Después de dos experimentos que los promotores-vendedores del SDDR en España llamaron «proyectos piloto», uno en Almonacid del Marquesado y otro en Cadaqués, convenientemente analizadas desde este mismo blog, y a la vista de los resultados que cosecharon, que demostraron que aquéllos habían sido de todo menos proyectos piloto del SDDR, llegamos a pensar que tal vez habría un tercero, hecho con algo más de rigor.
Efectivamente ha habido una tercera vez, efectivamente se le ha vuelto a llamar «proyecto piloto de SDDR», pero, esta vez, sí que se ha rizado el rizo: en esta ocasión el experimento, básicamente, no era sobre envases de bebidas.
Como en la anterior edición (el experimento de Cadaqués) nos fuimos a verlo; esta vez a la playa, a ver cómo iba la cosa. La playa del Prat de Llobregat es, ante todo, una gran playa, que discurre más o menos en una franja entre el aeropuerto de El Prat y el mar.
Con un acceso no muy sencillo, y con una buena extensión, mayor sin duda que la capacidad de aparcar en las proximidades, acoge varios chiringuitos. En esta ocasión, aprovechando una tarde de semana sin gran afluencia, pudimos acercarnos a uno de los que albergaban el experimento.
Señalado con un cartel en la arena, donde los promotores-vendedores no aparecían como organizadores, pero daban nombre al cartel (formalmente el organizador era el Área Metropolitana de Barcelona, AMB) se anuncia como un experimento de retorno de envases y vasos (primera sorpresa).
Hace algunos años, el Forum de Barcelona había utilizado un vaso especial reutilizable, con un diseño muy original, algo así como un perfil de columna salomónica, apilable, por el que se pagaba un euro de fianza y que una vez vacío se podía canjear por uno lleno (pagando la bebida solamente) o devolverlo y recuperar el depósito. Me pareció tan buena idea que aún guardo los vasos de aquella ocasión, de recuerdo, y creo que muchos otros visitantes de aquella ocasión lo hicieron. Pero en este caso los vasos no eran de aquel tipo.
Pues bien, yendo al grano, explicaré que en esta ocasión el chiringuito cobraba un depósito, no por un vaso reutilizable, sino por un vaso de un sólo uso que llevaba una pegatina con un código QR, que un delegado del Area Metropolitana de Barcelona – un propio, vamos- leía al recibirlo y volvía a leer al devolverlo con un aparatito. Esta operación también la podía hacer un camarero del quiosco.
Como el cartel que anunciaba la actividad hablaba de retorno de vasos y envases, pedí una lata de refresco para ver el funcionamiento del sistema. Allí me encontré con otra sorpresa: no vendían refrescos envasados, todos los refrescos eran de grifo (por cierto, a 2,50€ el vaso, 2,60€ con el depósito). Pregunté a los responsables del quiosco cómo era eso, pero no me dieron explicación. Lo que yo creo es que si pueden cobrar 2,50€ por un refresco de grifo, para qué los van a tener envasados, que podrían ser muchísimo más cómodos para el usuario que se lo quiera llevar y abrirlo más tarde para preservar el gas. Así el usuario tiene que volver más veces – entre otros motivos para recuperar 10 céntimos – y venden más. Negocio redondo.
Recopilando: este «proyecto piloto» es sobre todo para vasos de plástico de un sólo uso.
Con el fin de poder ver cómo funcionaba con envases, conseguí identificar una bebida que sí estaba envasada: la cerveza sin alcohol. así que pedí una lata, y al pagar vi con sorpresa que no tuve que pagar depósito por el envase. No llevaba pegatina.
Una vez comprobado el funcionamiento en el momento de la compra, al cabo de un rato volví para comprobar el funcionamiento de la devolución. Con el fin de documentar la experiencia me acerqué con una cámara de vídeo, y le pedí al responsable o delegado del AMB que me permitiera hacerle unas preguntas sobre el funcionamiento del sistema. En este punto tengo algunas dudas, porque no se si el delegado del Area Metropolitana de Barcelona no me entendió o simplemente no le gustó la idea, ya que no hablaba español, cosa chocante en un municipio de mayoría hispanohablante. Afortunadamente los camareros del chiringuito, muy amables, sí se expresaban en castellano, y me dijeron que podía devolver la lata de cerveza vacía para su reciclado, aunque no hubiera pagado depósito, lo que me pareció muy bien.
Así que para completar el estudio me interesé por el destino de los vasos y envases recuperados por este procedimiento. En un SDDR con recogida manual (donde no están las máquinas que vende el patrocinador de todas estas pruebas) los envases se llevan a un centro de recuento para su contabilización. Pero allí no se hacía eso. Los vasos y envases se llevaban al contenedor amarillo de ECOEMBES. Por cierto los vasos de plástico de un sólo uso no son envases sometidos a punto verde, y ECOEMBES no está obligado a reciclarlos. Es decir, que la empresa a quien los promotores-vendedores del SDDR vienen difamando desde hace unos cuantos años, tenía que recoger y tratar (a su cargo, suponemos, a no ser que recibiera alguna compensación por los depósitos no retornados, lo que dudamos) toda una serie de objetos por cuyo reciclado no había pagado nadie, pero que a muchos consumidores les habrán costado diez céntimos. Lo más curioso es que en redes sociales este sistema se ha venido publicitando como «un nuevo sistema de gestión de envases»
Con un planteamiento así, no cabe duda de que el SDDR es un modelo de negocio a estudiar con algo más de profundidad.