El color de la pseudociencia: del verde azulado al azul verdoso, y viceversa

Mis contados lectores – amigos la mayoría –  saben cómo me gusta jugar con los títulos, así que explicaré por qué puse éste para mi charla informal con amigos y colegas en Escépticos en el Pub de Madrid el pasado 29 de marzo. EEEP Madrid, como se nos conoce, no es otra cosa que una reflexión sobre ciencia y pseudociencia y su influencia en la Sociedad. Mi percepción de la relación entre ecologismo y pseudociencia no es nueva, como también el hecho de que cada vez más las cuestiones de salud se mezclan con las de medio ambiente en esa especie de cóctel pseudocientífico que se viene llamando salud ambiental. De ahí que, si verde es el color que se relaciona con las cuestiones ambientales y azul del equivalente en las de salud la elección fuera obvia.

Me pareció interesante llamar la atención sobre la distancia que separa las reclamaciones persistentes de los ecologistas más intransigentes, por ejemplo (aquí el lector puede llenar este espacio ………………………………..  con el nombre de su organización preferida) que afirman que nos estamos envenenando poco a poco (interesante aquí es el uso de la palabra «químico» que para los de ciencias siempre ha sido un señor que ha estudiado química, y ahora resulta que es un producto químico) de la realidad actual según la cual la salud de los ciudadanos en los países avanzados no deja de mejorar en promedio, tal como muestran los datos incuestionables de la esperanza de vida al nacer. Baste recordar que dicha cifra en España era de algo menos de cuarenta años a principio del siglo XX, mientras ahora es más del doble.

En ese contexto me atreví a comparar la situación de hace unos veinte años -cuando se le achacaban al PVC todos los males posibles; por ejemplo, la multinacional del ecologismo lo llamó «the poison plastic»- con la actual, en la que sigue siendo uno de los materiales modernos más versátiles. Ese material venenoso, entre otras aplicaciones, es probable que sea el que contenga la sangre que le alimenten si su cuerpo precisa una transfusión, por citar sólo una de sus innumerables aplicaciones en el campo médico.

La ausencia de memoria es la que hace que veinte años más tarde  se dediquen con el mismo ahínco a intentar prohibir otro material versátil y ampliamente utilizado, el bisfenol A (BPA), precursor de resinas epoxi, policarbonatos, y componente de los tickets de supermercado, parking, etc, a así como recibos de todo tipo que manoseamos a diario y que también nos estaría envenenando a través de la piel, pero con la novedad de que ahora encuentran una cierta complicidad en la Comunidad Europea, que, sin encomendarse a nadie, pretende aprobar una legislación sobre disruptores endocrinos que, aludiendo al principio de precaución, echaría por tierra buena pare del conocimiento científico al permitir que la suposición de unos ciertos efectos sirva par restringir el uso de algunos materiales.

¿Qué les parece la idea  «por si un producto es perjudicial se restringe su uso, a no ser que se demuestre su ausencia de efectos»? Seguro que, si usted se dedica al márketing, empieza a verle una utilidad manifiesta para frenar a sus competidores.

Hasta ahora lo que había que demostrar era la culpabilidad, no la inocencia. Es como si quisiéramos demostrar que una sustancia no contiene nada de un determinado elemento, por ejemplo X. Pero, hasta ahora, según nos enseñaron en la universidad, sólo se podía demostrar que un elemento X se encuentra por debajo del límite de detección de un determinado método analítico, no que se encuentre en cantidad cero.

Pues esta deriva no parece tener fin. Hace un par de años Francia aprobó una ley, que no ha conseguido todavía poner en marcha, para prohibir el BPA en cualquier producto en contacto con alimentos, precisamente basada en esas suposiciones, y argumentada con un largo informe -sin apenas valor científico- de su curiosa agencia de seguridad alimentaria ANSES, claramente un punto fuera de la gráfica en Europa. En los próximos días la Agencia Europea correspondiente, EFSA, iniciará el debate sobre este asuntos la vista de los resultados de los quinientos trabajos científicos más recientes de toxicólogos de todo el mundo que hasta el momento no han conseguido establecer esa peligrosa relación.

Ésta es una manifestación más del fenómeno denominado Quimiofobia: miedo irracional a la química. A este tema, y lo esperamos con interés, está dedicada la próxima entrega de Escépticos en el Pub, esta vez en Galicia, a cargo de Déborah Gracía Bello.

Así que una vez esbozada la parte del azul verdoso del último Eeep Madrid, en una próxima entrega recordaremos de qué va el verde azulado. Si el lector se aburre y tiene buen oído (las grabaciones amateur es lo que tienen) puede ver aquí la sesión : https://www.youtube.com/playlist?list=PL0nQGyONImnvHefImPpgOKEoATHgpW_r5